El Frente Amplio merece perder las próximas elecciones debido a la brutal pérdida de visión y oportunidades en la época más próspera para Uruguay.

Los blancos arriba.

SEBASTIÁN DA SILVA

Todos los analistas especulan por las razones de la caída en la intención de voto del oficialismo. Que la reforma tributaria, que el conflicto con Argentina, que el sistema de salud o el caso Bengoa, son las explicaciones más usuales. Lo cierto es que en honor al valor que se le da al tiempo, el Frente Amplio merece perder esta próxima elección debido a la brutal pérdida de visión y oportunidades en la época más próspera para el Uruguay de los últimos treinta años. Ojalá que la fantástica coyuntura internacional dure mucho tiempo, si no la historia escribirá que un gabinete partido en intrigas diarias y con múltiples contradicciones desaprovechó la hora para sacar este país de su condición de eterno subdesarrollo.

Ahora, analizar la coyuntura sólo por el lado de la izquierda es un análisis rengo, falta ver el otro resultado, que es que si hoy se realizaran las elecciones el triunfador sería el Partido Nacional y dentro de éste el Dr. Jorge Larrañaga sería el futuro Presidente y nada de esto es casualidad.

Desde el momento mismo que comenzara la administración Vázquez, el Partido tuvo un accionar coherente. La ambición desmedida de pretender ser un partido único y de esta forma incumplir acuerdos y pretender emplazar al resto de los uruguayos tuvo la respuesta adecuada. Unidos le demostramos al gobierno la dignidad de no hacer política por cargos. Asimismo demostramos cómo en los temas de Estado, particularmente en donde los uruguayos no podemos aparecer divididos, le dimos siempre y en todo lugar el apoyo. El Tratado de Libre Comercio con EE.UU. o todo el culebrón con la familia Kirchner y sus amigos entrerrianos son ejemplos de altura política desde la oposición.

Como fiscales del Ejecutivo estamos demostrando la dureza de la coronilla de la que hablaba el Gral. Saravia. Cada intento sesentista, cada ridiculez ideológica, y cada desprolijidad administrativa tiene enfrente al Partido de la Nación, en interpelaciones, o en pedidos de informes o en posiciones que dejan bien en claro cuáles son nuestras ideas.

Esta tarea es fruto del esfuerzo de una generación que viene surgiendo hace ratazo, y que legislatura tras legislatura marcan que la gente más joven en cargo estatal alguno pertenece al Partido Nacional. Por tanto tampoco es casualidad la irrupción de la juventud en la vida política a través de la formidable manifestación en contra del gobierno, como fue la exitosa elección de autoridades juveniles.

Por último debemos de personalizar estos reconocimientos. En primer lugar a todo el Directorio, que ante la gravedad de la hora soslaya diferencias internas en aras del proyecto general. Nadie puede permitirse ante el poderío y la angurria del gobierno, un solo enfrentamiento fuera de lugar. Y, en segundo lugar, a su conductor el Presidente del Honorable. Jorge Larrañaga es un claro ejemplo de su generación y sus antecedentes. Su edad lo muestra en su apogeo, incansable pero profundo en la visión, articulador, recorredor, tejedor, atento a los grandes temas como a la mirada del rincón chico que tiene sus enormes complejidades. Sus antecedentes lo marcan a fuego, como hombre de Partido que es sabe perfectamente cómo guiar con esmero y unidad a esta compleja colectividad de pasiones y de ideales.

Y tanta confianza le tenemos que estamos seguros que más que contento, debe estar preocupado, porque entrar al año preelectoral de banca es difícil, máxime con el aparato gubernamental enfrente.

El Frente Amplio merece perder las próximas elecciones debido a la brutal pérdida de visión y oportunidades en la época más próspera para Uruguay.